El placer y el tormento de la pintura, la alegría y la obsesión de la creación, la amistad sincera, un delicado nuevo amor, el encanto de una naturaleza en la que no teme el abandono y su alma inquieta le acompañan en sus últimos días.
Sintiendo que ha llegado su hora y siempre con renovada voluntad, Klingsor se enfrenta a cada minuto con vehemencia y con la impaciencia de quien no se contenta con el fluir indoloro del tiempo.
Tras una temporada dedicada a los servicios de asistencia a los prisioneros de guerra, en 1919, Herman Hesse se puso en la piel del pintor Klingsor y asimiló los sentimientos vitales de los artistas expresionistas. El último verano de Klingsor consolidó a Hesse como un autor de referencia tanto de su generación como de las venideras.
Report an error with this book